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escher
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“El hombre solo es rico en hipocresía
En sus diez mil disfraces para engañar
Confía
Y con la doble llave que guarda su mansión
Para la ajena hace ganzúa de ladrón”
[Antonio Machado]
Sigue de barrio, y hoy con su parte de “las gentes que caminan y van apestando la tierra”, que tan bien contó, tan sencillamente , el gran poeta (dicen que en un pueblo le llamaban D. Antonio Manchado, porque sólo tenia un traje, y era de “torpe aliño indumentario” y a veces llevaba lamparones. D.E.P, D . Antonio, gracias a usted, la primera vez que salí de Galicia y conocí la meseta , entendí aquello de “la sombra de Caín”, en sus campos de Castilla , que memorizara en una antología de la escuela de mi madre.
Me estoy yendo por las ramas, pero él , sus poemas, me devuelve a las buenas gentes.
Con la especulación con miras en el ladrillazo, alguien compró un sótano al lado, resguardado, en la retaguardia de las casas; un sitio ideal, al sur, al abrigo. Es una especie de bar, pero ilegal. No se ve desde la calle. Por la tarde llegaban marineros en paro, gente variopinta llegada de otros lugares de la ciudad. Trasegando desde mediodía las conversaciones subían de tono; a veces, en la terraza, escuchaba y me hacían gracia: qué no tío, eres un inculto, Namibia no está al lado de Argel, eres un animal…el otro respondía, y asi. Pronto me di cuenta de que había algo más: trapicheo; pensaba que era de poca monta, para que meterse en cotilleos ajenos, está bien que psen la tarde ahí, mientras no molesten. Pensaba.
Luego llegaron disputas , reyertas, gritos; una noche casi me visto y bajo, ; una mujer estaba fuera de si, discutía con un hombre (el suyo, no se); comenzaron amenazas, una silla tirada en la seudo terraza, una mujer intoxicada y fuera de sí. Era el instinto, el uniforme blanco, a veces , “da alas”, pero no estaba amparada por el entorno, como otras veces; no me daba cuenta. Por suerte eran las 22 horas y salió la “dueña”, una rubia de bote deslenguada a echarlos. La chica comenzó a llorar , él parecía tranquilo, pensé: tal vez ahora, en casa, ya se acabe todo el melodrama. Ojala.
Ya había estado la poli alguna vez, pero parece ser que hace unos días (yo no me enteré) hubo una redada; los del barrio lo contaban: se fueron esposadas hasta las chicas!. Ya, lo imaginaba, la cocaína y lo que sea en este puerto de mar; se intuía, se palpaba algo.
Hoy por la mañana llegó una carta equivocada al portal para la dueña, sin sello, era oficial o judicial. Pasa porque no tienen dirección. Otros las llevan por la mañana, cuando no están (dicen que le tienen miedo a la rubia que permanece en la penumbra): yo fuí, por la trade, antes de salir ; estaba todo tranquilo y tenía ganas de verle el careto a la señora, siempre sospeché que la traficante de droga envenenada era ella. Cuando entré me miró con cara de asesina, pero la miré a los ojos y le di la carta en mano , tras dar las buenas tardes. Noté que me mataría, pero se limitó a no contestar.
A última hora de la tarde me contaron que apareció un chaval jovencito en la calle, llorando, desencajado , y se desmoronó : esos hijos de puta han matado a mi hermano, estaba enfermo, se escapó y vino a comprar droga aquí, se la dieron envenenada!. Las buenas gentes del barrio lo calmaron y después me lo contaron, no entendían porque no salía en el periódico. Es que los suicidios y las sobredosis /envenenamientos no salen, dicen que dan ideas a otros.
Me dieron ganas de llamar a gente que conozco, de todo; al final hice algo muy primitivo: dejé un sobre grande con calderilla y un gran lema en rotulador en la puerta : asesina de enfermos, ojala estuviese abierto Alcatraz, es tu sitio. Me dediqué a otras cosas, pero luego me di cuenta que cerraran inmediatamente.
- ¿y no te da miedo la represalia?, me preguntaron más tarde.
- No, se que son pusilánimes, timan al débil, al enfermo; ella no consume , por eso la pinta de madame con modelitos y por eso le dejé la calderilla.
El lunes hablaré con cierta gente de mi trabajo; ya he visto morir a demasiados sensibles enfermos, ya he visto a esta gentuza atreverse a ir al Hospital a regalársela y a veces casi matarlos allí. Un paciente es “sagrado“ , para mi. No juzgo. Los traficantes con chalet son las malas gentes de Machado, son ellos los que me dan asco.
Del resto: vive y deja vivir, es mi lema, pero no puedo ser testigo de un asesinato insidioso y mirar a otro lado. Yo no. No se como explicarlo, pero le tengo mucho cariño, sin falsas compasiones, a los pacientes.
Ale, ya lo he dicho. Ya podré con una sonrisa y abrazar incluso a los catalogados de marginales.
“ yo he visto garras de fiera en las pulidas
manos” A.M